Existen diversas razones que pueden detonar la apnea del sueño, desde causas físicas, hasta genéticas; pero dentro de las más importantes se encuentra la obesidad.1
La obesidad se define como la acumulación excesiva de grasa corporal. Debido a la reducción en la calidad de vida de quienes la padecen, y el gasto sanitario que provoca, la Organización Mundial de la Salud (OMS) la incluyó en la clasificación internacional de enfermedades en 1949 y fue considerada una epidemia mundial desde 1998.
La OMS adoptó el índice de masa corporal (IMC) como medida para determinar el nivel de sobrepeso, definiendo así la obesidad. Se obtiene al dividir el peso en kilogramos entre el cuadrado de la altura en metros (IMC=>30 kg/m²). 2-3
Ejemplo: Una persona que pesa 64 Kg y mide 1.5 metros. La ecuación queda: 64 / 1.5 x 1.5 = 28.44 sería su IMC.
El incremento de la obesidad conlleva un riesgo en la prevalencia del AOS. Los investigadores han notado un importante incremento de la obesidad, siendo cada vez más frecuente en personas jóvenes.
Esto se debe a la vida complicada y horarios ajustados que lleva la población, al no tener acceso a una dieta balanceada ni tiempo para ejercitarse.2
Durante la vida adulta también se ve una reducción en las horas de sueño, lo cual favorece la obesidad y dificulta la reducción de peso. Esto provoca la secreción de hormonas orexigénicas que disminuyen el efecto anorexigénico de la leptina, lo que favorece el incremento de la ingesta.
Para el paciente con apnea del sueño, es común que se forme tejido adiposo alrededor de la vías respiratorias, lo que causa que colapsen y que se genere el famoso “ronquido” nocturno.
Es debido a que el oxígeno no transita libremente por las vías respiratorias por la relajación de los músculos que conforman el aparato respiratorio superior.3
Permanencia del estado de somnolencia y problemas para mantener la energía durante el día.4
Ralentizamiento de las funciones psicomotoras y cognitivas.
Pérdida de la memoria a corto y largo plazo, así como la capacidad de concentración.
Ánimo decaído.
Aumento de un estado depresivo, que puede llegar a consecuencias fatales.
Riesgo de tener accidentes de tráfico, caídas, fracturas, entre otros como consecuencia de la somnolencia.3-5
Desarrollo o agravamiento de enfermedad cardiovascular.
Irritabilidad.
Cefaleas.
Insomnio.
Muerte.
Al ser dos problemas de salud directamente relacionados, se deben de tomar medidas por separado para tener mejores resultados.5
Se recomienda una profunda revisión médica con análisis clínicos concluyentes y especializados, la causa en el aumento de masa corporal, para ayudar al paciente a lograr un peso saludable y medir hasta qué punto han disminuído sus síntomas.
Un equipo multidisciplinario como un nutriólogo para recomendar una dieta balanceada y un programa de ejercicios adecuado, un psicólogo del sueño para manejar la parte emocional como es el estrés y la ansiedad generada de la misma enfermedad, endocrino para monitorear las glándulas como la tiroides; y es el otorrinolaringólogo quien puede dirigir esta orquesta, ya que la estructura involucrada principalmente atañe a su especialidad.2-5
También se recomienda tener buenas prácticas en higiene del sueño, como dormir y despertar a la misma hora, evitar comer alimentos con alto nivel calórico, no ocupar la cama para trabajar o comer y mantener el ambiente limpio, fresco y ventilado en la habitación.
El pilar del tratamiento para la AOS de moderada a grave es la presión continua en las vías respiratorias (CPAP) nocturna, que consiste en un artículo que envía oxígeno a través de una mascarilla de forma continua durante la noche.5
Más investigaciones aún están llevándose a cabo, sin embargo respecto al uso de CPAP, se recomienda una adherencia mínima de 4 horas por noche para lograr resultados a largo plazo. 6
En este sentido es necesario reiterar que la AOS debe ser vista y analizada como una enfermedad heterogénea, con distintas manifestaciones y comorbilidades asociadas a un pronóstico independiente, y, por lo tanto, requiere distintos enfoques terapéuticos.
Estudios observacionales previos han tomado en cuenta el riesgo del desarrollo de enfermedades cardiovasculares y la mortalidad como consecuencias de accidentes cardiovasculares, por lo que necesitamos incorporar estos hallazgos clínicos y de variables disponibles en los estudios del sueño futuros, para enfocar estas estrategias terapéuticas.1-4
Tener un correcto seguimiento médico ayudará a un correcto diagnóstico y a un tratamiento más personalizado.3-6
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